Había una vez una gallina que se acurrucó maternalmente con sus pollos bajo sus alas para darles calor. Un perrito que andaba por allí contemplando la familiar escena pensó: "Todos se meten ahí debajo, debe ser un buen refugio para estar." Entonces se acercó poniendo cara de sueño y se hizo un sitio bajo las plumas de la gallina con amable desvergüenza. M ...amá gallina, muy tolerante, pensó: "Bueno, donde empollo a once, empollo a doce." Pero al mismo tiempo, uno de sus hijos se quedó fuera observando al perrito con suma curiosidad. El pollito, que se llamaba Sherlock y era muy analítico siempre en sus reflexiones, pensó: "Este hermanastro mío ha tenido que salir de un huevo muy grande. Debe tratarse de un pollo de avestruz."